domingo, 7 de junio de 2009

JUAN MAÑANA A LAS CUATRO


Ayer miré a Juan; y una inquietud me recorrió el cuerpo entero, es que quizá de tantos años mirarlo , de tantos años escucharlo, de tantos años sentirlo,puedo saber y entender que le pasa , puedo rozar su alma solo con escuchar su voz, y sus ojos me dicen del apuro y la premura que hay hoy día en su corazón. Es que el tiempo a pasado, y la madre está ya vieja, entonces cuando ella se haya ido, le llegará ese esperado viaje a Puerto Montt, lugar soñado y acariciado por largos años, por tiempos y tiempos, en sus noches inquietas, donde los ojos de la noche le persiguen y la boca de extraños seres le hablan. Por eso Juan está apurado. Hoy quiere hacerlo todo bien, sentir que su vida es normal, que ha llegado a la madurez. Por eso ahora se calla cuando la madre lo apura con alguún quehacer. Ahora ya no grita ni se altera, ya no dice "mañana a las cuatro", ahora ya se calla en un premeditado silencio obediente y sumiso.


Es que él quiere hacer las cosas bien. Ha pasado el tiempo y sus clientes le demandan más y más . Suena el teléfono y es a Juanito a quien requieren, cada día más personas solicitan su atención, y es que él, ya no es el mismo de ayer. Juanito ha crecido y la comunidad que le rodea se da cuenta de su cambio y esfuerzo, y le retribuyen con regalos, palabras de ánimo y alguna escasa monedita que él sabe agradecer. Lo importante es la atención para él, porque para Juan servir es un mandato de Dios, con tal que no le falten "los puchitos" y los regalitos para la familia, para los cumpleaños y navidad, todo está bien. La gente lo mira con cariño, aunque lo sabe diferente, algunos se sorprenden de la profundidad de sus reflexiones sobre la vida, es que no entienden que es una vida forjada en el dolor, en el estigma de ser diferente . Su posición diferente en la vida le hace ser más profundo y esencial. Claro que ha veces se nubla, y parece un gigante que al pisar una pequeña piedra, tambalea y parece se va a desplomar, y es que la piedra del desprecio le hace trastabillar. Entonces llega con la mirada extraviada y el rostro acalorado, y su mirada se vuelve dura, y ahí mismo con zapatos y todo se mete a la cama, y envuelto en el humo del cigarro, va quemando sus penas y disipando sus pesares. Luego de algunas horas , se escucha sonar "la chicharra" que mantiene en su velador. Es su pequeña joyita, una pequeña radio a pilas que sacó a crédito en una casa comercial. Suenan los cánticos y alabanzas en la radio "Armonía", y ya sabemos que Juan pronto estará bien. Dios se encarga de traer la paz a través de sus palabras, y el bálsamo del cielo que todo lo cura, le hace descansar.


Recuerdo que cuando salió al aire la radio "Armonía" Juan vivía tiempos de fuertes crisis, había salido de un período de largos meses, de un estado catatónico, sumido en aquella tiniebla, pasaba horas y dias sin comer, ni hablar, sin moverse, solo de vez en cuando se escuchaba un gemido largo, doloroso y visceral, sonaba la campana de la iglesia para la misa de las siete, y Juan se levantaba como un autómata, largo , pálido y con movimientos robotizados se dirigía invariablemente, todos los días , allá. Mientras caminaba sujetaba con ambas manos los pantalones que caían por sus caderas, sus cabellos levantados en la parte de atrás indicaban el largo tiempo que permancía acostado, como si le hubiesen arrancado el alma y el corazón.


Por aquel tiempo comenzó a leer la biblia, en voz alta y como un rezo, y luego sus oraciones, que más que aquello, parecían gemidos y letanías ininteligibles, todas las noches y por años. Luego comenzó a escuchar la "Armonía" por las noches, y su espíritu comenzó, lentamente a despertar. Fué así que llegó a conocer otras iglesias y dejó definitivamente la parroquia La Asunción.


Han pasado los años, y Juan como un milagro paulatino y maravilloso de Dios ha vuelto a la realidad , hoy es un hombre-niño maravilloso, lleno de esperanzas, de sensibilidad y de un corazón  que se da entero, que sabe reír y amar.


Anoche estaba inquieto nuevamente, y hoy día no está.


Llamaron de la casa de la tía que vive en Chillán, diciendo que de madrugada llegó allá. Es que ha veces los fantasmas vuelven a rondarle, los espectros de un pasado doloroso vuelven a tomar fuerza en él, y el huye, huye lejos porque ya no quiere saber, porque a veces quisiera habitar en otro cuerpo, en otra vida, cambiar sus recuerdos y olvidar aquellas sensaciones, y revivir solo aquellas pequeñas cosas que le hicieron feliz.


Anoche el recuerdo del padre le golpeó "¿porqué el se marchó sin darme ni una explicación? se fué , ya no está aquí, y yo ¿cómo quedé yo?


Han pasado quince años, Juan ya no es el joven enfermo que mi padre dejó, el ahora es un hombre-niño que se atreve a preguntar, es el hombre-niño que reclama una respuesta, que demanda justicia para él. Han pasado muchos años, pero el tiempo no cambia la historia, la triste historia de un niño negado, marcado por la desgracia y el descariño. Y es que la vida y la familia no se escoge, es lo que te tocó vivir.


Pero Dios te dice Juan que aunque tu padre y tu madre te abandonaren, con todo él te recogerá. Recogerá tus pedacitos de alma diseminada por el fuerte golpe, quebrantada, rota por las golpizas de la vida, tu alma marcada por el infortunio, tu vida tu historia, que aunque triste y pobre para muchos, para mí tiene un gran valor. Por eso yo he estado contigo y no te he abandonado, ni te dejaré.


Sé que Juan volverá, y de nuevo lo veré trajinando por la casa, acalorado y agitado entrando y saliendo ha realizar sus diligencias puntualmente, buscando ganarse la vida, con su esquizofrenia a cuestas y bien asumida, con sus dolores y quebrantes como cualquier ser humano, con su biblia bajo el brazo silvando y bañadito a la hora de la iglesia, sé que Juan llegará y seguirá luchando porque Dios está con él, y la obra que él ha comenzado no la dejará sin terminar, así es que mañana  querido hermano nos vemos ...¡mañana a las cuatro¡

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